Santo Domingo, R.D. Un 04 de mayo de 1996 la República Dominicana se estremeció, conmovió y vivió el miedo en carne propia de la familia Llenas Aybar, cuyo vástago, José Rafael Llenas Aybar, había sido encontrado con 34 estocadas, atado con cintas adhesivas y tirado en Arroyo Lebrón del kilómetro 24 de la autopista Duarte, y sus homicidas fueron Juan Manuel Moliné Rodríguez y Mario José Redondo Llenas, este último primo de la víctima.
Fríos y calculadores
Los individuos Redondo y Moliné demostraron una astucia notable al formar parte de la búsqueda y denuncia del menor desaparecido, José Rafael Llenas Aybar. La noticia de su desaparición se hizo pública el 3 de mayo de 1996. En ese mismo día, Redondo Llenas acudió a la Policía Nacional para presentar la denuncia.
En su declaración, Redondo Llenas afirmó que había llevado al niño a una exhibición de motores junto a su primo (José Rafael) y luego lo había dejado en una plaza comercial, donde se encontraba con algunos amiguitos de José Rafael.
La habilidad calculadora de Redondo y Moliné en este caso fue inquietante, considerando las circunstancias trágicas que rodean la desaparición y posterior asesinato de José Rafael Llenas Aybar.
Redondo Llenas junto a su amigo Juan Manuel Moliné Rodríguez, quienes para la época tenían 19 y 18 años, respectivamente, nunca asistieron a la exhibición, ya que la misma nunca existió, pero fue el pretexto de convencimiento para sacar a Llenas Aybar de su casa.
Las narraciones hechas por los jóvenes en los tribunales dan cuenta que salieron de la casa con el niño, a quien amarraron de pies y manos, lo metieron en el baúl del carro de Moliné Rodríguez y tras dar varias vueltas llegaron al arroyo, donde finalmente lo asesinaron.
Mario y Juan Manuel fueron condenados a 30 y 20 años de cárcel respectivamente. Moliné Rodríguez cumplió su sentencia en mayo de 2016 y fue liberado. Mientras que Mario José Redondo Llenas cumplirá su condena en el 2026.
Los Palmas Meccia y el ritual satánico
Las investigaciones en el caso revelaron sorprendentes vínculos entre los acusados y la familia de la embajadora argentina, Teresa Meccia de Palmas. Se implicó tráfico de drogas, malversación de fondos y, lo más inquietante, rituales satánicos. A pesar de los testimonios y la evidencia, la inmunidad diplomática protegió a los Palmas Meccía, quienes abandonaron el país antes de ser interrogados.
Según fuentes, el asesinato formó parte de un macabro ritual satánico liderado por Luis Ángel Palmas, esposo de la embajadora, quien junto a su hijo, Martín Palmas Meccía, estaría involucrado.
Se alega que varias personas participaron en el ritual, infligiendo cada una de las 34 puñaladas mortales al niño. Los acusados carecían de motivos aparentes para el crimen, y la autopsia fue deliberadamente incompleta, omitiendo detalles cruciales como la succión de la yugular.
Los Palmas Meccía fueron señalados gracias a la evidencia hallada cerca de su propiedad y su previa relación con los condenados. La fuga de los implicados se habría facilitado debido a su condición de diplomáticos acreditados por Argentina en República Dominicana, ya que inicialmente no se solicitó el levantamiento de su inmunidad diplomática para su arresto.