En los últimos años, diversos estudios han señalado que la inteligencia de los hijos proviene principalmente de la madre. Dado que los genes de la inteligencia están mayormente ligados al cromosoma X , y las mujeres tienen dos copias de este cromosoma mientras que los hombres solo una, la madre aporta alrededor del 60% al 70% de la inteligencia heredada, mientras que el padre contribuye con el 30% al 40% restante.
Uno de los estudios más relevantes en este campo fue realizado por el Instituto de Investigación Médica y de Salud de Glasgow, en Escocia. La investigación analizó la relación entre la inteligencia de más de 12,000 jóvenes y la de sus padres, concluyendo que la mejor predicción de la inteligencia del niño se encontraba en el coeficiente intelectual (CI) de la madre.
"Nuestros hallazgos sugieren que la herencia materna juega un papel crucial en el desarrollo intelectual de los hijos, aunque el ambiente también influye significativamente", explicó el Dr. Robert Lehrke, experto en genética del desarrollo.
Sin embargo, la genética no es el único factor determinante. Investigaciones adicionales han demostrado que la crianza y el entorno juegan un papel fundamental en el desarrollo cognitivo de los niños.
El psicólogo Jim Horne, de la Universidad de Cambridge, afirmó que “el vínculo emocional entre madre e hijo también es esencial para estimular el desarrollo cerebral en los primeros años de vida”. Esto refuerza la idea de que, además de la carga genética, la interacción y el estímulo proporcionados por la madre influyen en la inteligencia del niño.
A pesar de la evidencia, la comunidad científica destaca que la inteligencia es un rasgo complejo influenciado por múltiples factores, incluyendo el aporte genético paterno, la nutrición, la educación y el ambiente en el que se desarrolla el niño.
“El debate sobre la herencia de la inteligencia sigue en curso, pero es indudable que las madres desempeñan un papel fundamental en el desarrollo intelectual de sus hijos”, concluyó Lehrke.
Estos hallazgos refuerzan la importancia de proporcionar a los niños un ambiente estimulante desde sus primeros años de vida para potenciar al máximo su desarrollo intelectual.
El padre también influye, pero en otras funciones
Aunque el estudio pone el foco en la madre como principal transmisora de la inteligencia, eso no significa que el padre no influya en otros aspectos del desarrollo del niño. De hecho, los científicos también descubrieron que algunos genes solo se activan cuando provienen del padre. Sin embargo, estos no están relacionados directamente con heredar la inteligencia, sino con funciones distintas del comportamiento humano.
Según el estudio, los genes paternos tienden a acumularse en áreas del cerebro relacionadas con funciones instintivas como la alimentación, el sexo o la agresividad. En cambio, los genes maternos se concentran en la corteza cerebral, que es la zona del cerebro encargada del pensamiento lógico, el lenguaje, la planificación y el razonamiento.
¿Cómo nace esta idea?
Todo comenzó hace más de cuatro décadas, a principios de los setenta, cuando el psicólogo Robert Lehrke, del Hospital Estatal de Brainerd, en Minnesota, publicó un artículo que resumía su tesis doctoral y presentaba una teoría, así lo llama el autor, sobre el desarrollo de la inteligencia. Trabajaba en un centro para discapacitados intelectuales y había encontrado que muchos genes relacionados con el desarrollo de la inteligencia y, en concreto, con las habilidades verbales y con la percepción de las relaciones espaciales, se localizaban en el cromosoma X que, de los cromosomas sexuales que todos llevamos, es el que viene de la madre.