El ataúd del papa Francisco ha quedado sellado este viernes en una ceremonia privada y no televisada en la que han participado solo algunos elegidos – también algunos familiares-, después de que más de 250.000 personas se hayan acercado durante tres días y dos noches a su capilla ardiente instalada dentro de la basílica de San Pedro, bajo el histórico baldaquín de Bernini, para dar su último adiós al pontífice venido “del fin del mundo”.
Este sábado será el punto y final del viaje de Jorge Bergoglio y sus restos serán depositados donde él siempre quiso, en la basílica de Santa María de la Mayor, bajo una lápida sencilla con el nombre Franciscus.

Francisco murió este 21 de abril a los 88 años y desde entonces creyentes y no creyentes, peregrinos, turistas y líderes políticos se han congregado en el Vaticano para despedirle.
“El papa ha dejado una iglesia que se ha empezado a rejuvenecer, ha llegado mucho a los jóvenes, ha mucho hincapié en los pobres, creo que la iglesia ha ido avanzando”, decía un peregrino madrileño que contaba emocionado que le daba igual esperar cuatro horas de cola para poder ver por última vez al pontífice.

Un río interminable de personas ha pasado por delante del papa que llevó la sencillez como marca de identidad, que acercó la iglesia a la gente y que buscó en el humor un lenguaje común con el que unir a todos los humanos, sin importar de religiones.
Fuente Infobae