SANTO DOMINGO.- Haitianos residentes en Santo Domingo parecen creer más en la providencia que en la clase política o la comunidad internacional para superar la grave crisis que vive su país.
Karina, que lleva un pequeño negocio de comida haitiana, declaró a la agencia EFE que su deseo es volver a su país, donde tiene casa propia, pero «con esta situación uno no puede coger para allá». Aún así «yo confío en Dios. Dios va a echar una mano», dijo, con más confianza en una intervención divina que en la humana.
La familia que tiene en Haití dejó Puerto Príncipe huyendo de la violencia de las bandas armadas, «se fue al campo, ahora mismo es donde se puede estar más o menos tranquilo», afirmó Karina, convencida de que «es el mismo Gobierno» el responsable de la situación.
La población «está huyendo, dejando su casa. Yo a mi edad no quiero estar aquí, yo tenía que tener mi país, pero dime a dónde vas si no puedes vivir», lamentó.
También Domingo Concepción confía en que habrá una solución «con Dios adelante» y que todo mejore para su familia en Haití. «Está difícil, están pasando trabajo. Mala vida», relató a EFE.
¿Queda esperanza?
Los haitianos en suelo dominicano están viviendo «muy de cerca la situación, la evolución de su país, y ven que cada día empeora más», aseguró el coordinador de la Mesa Nacional para las Migraciones y Refugiados, William Charpentier.
«No tienen esperanza» porque no terminan de materializarse las decisiones de la ONU para devolver a Haití «el orden público, la paz» mediante el envío de una misión multinacional que acabe con la acción de las bandas, que controlan prácticamente el 85 % de Puerto Príncipe y zonas aledañas.
Para Charpentier, una intervención internacional que desarticule las pandillas es «imprescindible» para acabar con la violencia porque «la gente tiene miedo de salir a trabajar, a estudiar, tiene miedo a producir dinero», ya que las bandas son cada vez más cruentas.