El Día Internacional de las Viudas se conmemora cada 24 de junio, una fecha establecida oficialmente por la Asamblea General de las Naciones Unidas en el año 2010, según estadísticas recientes, en el mundo hay más de 285 millones de mujeres viudas, de las cuales más de 115 millones viven en situación de pobreza extrema.
Aunque en algunos países esta efeméride puede pasar desapercibida, en otras regiones del mundo representa una dura realidad marcada por la pobreza, el abandono, la exclusión social y la violación sistemática de los derechos humanos.
En muchas sociedades en desarrollo, particularmente en regiones de África, Asia y Oriente Medio, ser viuda implica más que la pérdida de un compañero. En algunos contextos, las mujeres viudas son despojadas de sus bienes, echadas de sus hogares, separadas de sus hijos, e incluso sometidas a rituales degradantes que las responsabilizan por la muerte de sus esposos.
Estas prácticas, alimentadas por creencias tradicionales y estructuras patriarcales, perpetúan la desigualdad de género y colocan a las viudas en una situación de vulnerabilidad extrema.
Desde que se instituyó este día en 2010, diferentes organizaciones no gubernamentales, fundaciones y agencias internacionales han trabajado para visibilizar la situación de las viudas y promover marcos legales que les garanticen protección y acceso a sus derechos.
El Día Internacional de las Viudas no es solo un llamado a la solidaridad, sino también una plataforma para exigir políticas públicas que incluyan asistencia social, protección jurídica, educación para los hijos y acceso igualitario a la herencia y la propiedad.
En un mundo donde las desigualdades persisten, esta efeméride invita a reflexionar sobre lo que significa perder no solo al compañero de vida, sino también el lugar en la sociedad.
El 23 de junio debe servir como una oportunidad para mirar más allá de las fronteras del privilegio y entender que la viudedad no debería traducirse en exclusión, sino en acompañamiento y apoyo.
