Por: Walddy Polanco
En los últimos años, ha surgido una preocupante tendencia en el ámbito de la salud: el aumento de infartos y accidentes cerebrovasculares (ACV) en jóvenes. Aunque estas condiciones han sido tradicionalmente asociadas con personas mayores, cada vez más adultos jóvenes –e incluso adolescentes– están experimentando estos eventos cardiovasculares.
Pero, ¿qué está provocando este fenómeno?
Factores de riesgo en la nueva generación
1. Estilo de vida sedentario
La tecnología ha facilitado la vida en muchos aspectos, pero también ha reducido la actividad física. Pasar largas horas frente a pantallas, el uso excesivo de dispositivos móviles y la disminución del ejercicio han contribuido al deterioro de la salud cardiovascular en los jóvenes.
2. Mala alimentación y obesidad
El consumo de comida ultraprocesada, alta en grasas saturadas, sodio y azúcares, ha aumentado significativamente. Esto no solo ha llevado a un incremento en la obesidad, sino también en enfermedades como la hipertensión y la diabetes tipo 2, que son factores de riesgo clave para infartos y ACV.
3. Estrés y ansiedad crónica
La presión académica, laboral y social ha generado niveles de estrés más altos en los jóvenes. El estrés crónico puede aumentar la presión arterial y provocar inflamación en el cuerpo, elevando las probabilidades de sufrir un evento cardiovascular.
4. Consumo de sustancias nocivas
El tabaquismo, el consumo excesivo de alcohol y el uso de drogas recreativas también han jugado un papel crucial en el deterioro de la salud cardiovascular de los jóvenes. Además, el vapeo, que muchos consideran una alternativa menos dañina al cigarrillo, ha demostrado tener efectos negativos en el sistema circulatorio.
5. Falta de chequeos médicos preventivos
Muchas personas jóvenes no visitan al médico regularmente, lo que impide la detección temprana de enfermedades como la hipertensión, el colesterol alto y la diabetes, que pueden derivar en problemas graves si no se controlan a tiempo.
Síntomas de alerta
Aunque los infartos y los ACV pueden presentarse de manera repentina, existen señales de advertencia que no deben ignorarse:
• Dolor en el pecho o sensación de opresión.
• Mareos o desmayos frecuentes.
• Dificultad para hablar o pérdida de la movilidad en un lado del cuerpo (en caso de un ACV).
• Fatiga extrema sin razón aparente.
• Palpitaciones irregulares o aceleradas.
Prevención: clave para reducir el riesgo
Para combatir esta creciente problemática, es fundamental adoptar hábitos saludables desde la juventud:
✅ Ejercicio regular: Al menos 30 minutos de actividad física al día.
✅ Dieta equilibrada: Menos ultraprocesados, más frutas, verduras y proteínas saludables.
✅ Control del estrés: Técnicas de relajación, como la meditación y la respiración consciente.
✅ Evitar el tabaco y el alcohol en exceso.
✅ Chequeos médicos periódicos para detectar factores de riesgo a tiempo.
El aumento de infartos y ACV en jóvenes es una señal de alerta sobre la importancia de cuidar la salud desde edades tempranas. Prevenir es la mejor estrategia para evitar que estas cifras sigan en ascenso.