Los Estados Unidos se juegan este martes su futuro para los próximos cuatro años, en unas elecciones atípicas, en las que se enfrentan un exmandatario (Donald Trump) y una vicepresidenta en funciones (Kamala Harris), quien busca hacer historia.
El sistema electoral norteamericano, complejo por demás, se torna interesante para analizar todos los puntos de vista, con encuestas que dan a Kamala con una ligera ventaja sobre Trump, al menos según los últimos resultados.
Sin embargo, estar delante no garantiza la victoria, debido a la metodología para escoger al o la nueva presidente del país norteamericano, que, lejos de parecerse a la República Dominicana, por ejemplo, donde gana quien más votos obtenga, allí es más complejo.
Para entenderlo, hay que remontarse al año 2000, cuando Al Gore, entonces vicepresidente de Bill Clinton, superó por casi 600,000 sufragios a George W. Bush, quien se juramentó como el 43° los Estados Unidos de América.
Lo mismo sucedió en 2016, cuando Trump derrotó a Hillary Clinton, pese a que ésta superó por casi tres millones de votos al magnate, quien juró como el presidente número 45 en Washington.
Esto sucede porque son los estados individuales, los que otorgan puntos a las candidaturas, en base a la cantidad de representantes en el Congreso que tenga cada uno de ellos.

Es así como, por ejemplo, tenemos que California representa 55 votos electorales, lo que quiere decir que ese estado tiene 55 escaños, tanto en el Senado como en la Cámara de Representantes y quien gane allí, sumaría esa misma cantidad de votos, de un universo total de 538.
Por esta razón, tanto en el 2,000 como en el 2016, el actual partido de gobierno perdió la contienda electoral, a pesar de sacar una significativa ventaja en voto directo (voto popular), pero perdió en estados clave. Aunque un dicho popular reza que “la tercera es la vencida”, los demócratas no la llevan menos pesada en esta ocasión, por una serie de factores que les juegan en contra, como lo mostramos a continuación.
Kamala y su poco tiempo de campaña
Hasta mediados de este año, el presidente Joe Biden, seguía siendo el candidato del Partido Demócrata, a pesar de sus lapsus y la presión interna de su organización política, para que dimitiera de optar por un segundo mandato.
Es en este contexto en que el gobernante decide hacerse a un lado, haciendo pública su decisión el 21 de julio de este año y ofreciendo su apoyo a Kamala, quien en primara instancia no fue respaldada por todos, llegando incluso, hasta el expresidente Barack Obama, quien solicitó que se realizara una consulta interna para definir a su candidato. Sin embargo, todo aparenta estar resuelto, pero con la duda de que si el tiempo le será suficiente.
La sombra de las guerras
Una parte de la población entiende que el partido de gobierno ha tenido culpa en los enfrentamientos bélicos actuales, tanto entre Ucrania y Rusia, como en Israel y Palestina y aunque Kamala se ha desmarcado de ello, existe la duda de si tendría la capacidad para poder liderar una posible escalada de estos conflictos, algo a lo que Trump ha sacado provecho durante su campaña.
Este resquemor pudiera verse reflejado en los sectores más conservadores, aunque tiene a su favor una ventaja dentro del electorado joven y las mujeres, sobre todo, quienes están a favor del aborto, entre otros tópicos liberales.
La puja interna
Ganar las elecciones representaría que Kamala se convierta en la primera mujer, la primera afroamericana y la primera candidata en ganar en solo tres meses unas elecciones, lo que le subiría los bonos al cielo y la consolidaría como la principal figura dentro del Partido Demócrata, pero… ¿qué tanto le será esto favorecido a los otros candidatos internos?
De hecho, aún cuando no se da el primer boletín oficial, ya hay quienes plantean candidatos para el 2028, en caso de que Trump gane e inicie un último mandato, como Michelle Obama, por ejemplo, quien pudiera beneficiarse de manera indirecta de una derrota de la actual vicepresidenta.
Trump y sus errores
Pero aunque Kamala presenta estas desventajas, la contienda ha estado más cerrada por los errores políticos cometidos por Donald Trump, quien se ha quedado sin argumentos y sin planes nuevos concretos.
Aunque los procesos judiciales en su contra los ha podido extender al punto de que no interfiriera con su campaña, es un lastre que carga, que pone en dudas su futuro, que al igual que Kamala, no es del todo aplaudido dentro de su propio partido.
Pero a pesar de todas las desventajas, Trump le lleva experiencia y una base electoral establecida, que, a mi entender, lo convertirá nueva vez en presidente, en una sociedad que está votando por el menos malo, debido a la degradación de liderazgo político en Los Estados Unidos.