Por: Welinton Grullón.
Una vez más, el presidente de la República ha demostrado coherencia en su liderazgo al tomar una decisión alineada con los tiempos y las demandas del pueblo. En un reciente video, se anunció la retirada de la reforma fiscal, una medida que muchos consideran audaz, pero acertada. Esta acción refleja no solo la capacidad del presidente para mantener un sentido de lógica y responsabilidad, sino también su habilidad para reconocer los desafíos actuales que enfrenta el gobierno dominicano.
La reforma fiscal, aunque necesaria y adaptada a las complejidades del momento, se ha encontrado con una discusión nacional que ha migrado a otros terrenos. En lugar de forzar una medida en medio de un clima de tensión y cuestionamientos, el presidente ha elegido un camino diferente: dar un paso atrás. Lejos de ser una señal de debilidad, este gesto demuestra una humildad poco vista en la política contemporánea, donde la terquedad suele dominar las decisiones de los gobernantes.
En la historia, tanto bíblica como secular, abundan ejemplos de líderes que escucharon a su pueblo y lograron grandes cosas. Uno de los más recordados es el rey David, quien, a pesar de ser ungido como rey y tener autoridad, mostró en repetidas ocasiones la capacidad de escuchar a su pueblo y buscar consejo antes de actuar. Esta disposición a reconocer las voces del pueblo lo convirtió en uno de los reyes más respetados en la historia bíblica. Igualmente, Moisés, un líder que sacó a su pueblo de la esclavitud, no dudaba en consultar a Dios y al mismo pueblo en su arduo camino hacia la Tierra Prometida, demostrando que el verdadero liderazgo no está en la imposición, sino en la comprensión y la guía.
La decisión del presidente de retirar la reforma fiscal recuerda a estas figuras históricas, quienes entendieron que el verdadero poder no reside en hacer siempre lo que se considera correcto desde una perspectiva técnica o económica, sino en reconocer los momentos en los que el sentir del pueblo debe prevalecer.
En un mundo donde gobernar se ha vuelto cada vez más complicado, es fundamental que los líderes sean flexibles y sensibles a los tiempos. Este acto no solo refleja una profunda comprensión de la política y la gestión pública, sino que también envía un mensaje claro: el presidente está dispuesto a rectificar cuando sea necesario, escuchando las preocupaciones de la sociedad, sin perder de vista el objetivo final de un país más justo y próspero.
Bien hecho, presidente. Reconocemos la humildad de quien sabe dar un paso atrás en beneficio del bienestar común. Como bien nos enseñan las grandes figuras de la historia, un verdadero líder escucha, actúa con coherencia y, sobre todo, siempre está dispuesto a corregir el rumbo cuando las circunstancias lo requieren.
