Cada 21 de enero, los dominicanos celebran con gran fervor y devoción el Día de la Virgen de la Altagracia, considerada la madre protectora y espiritual del pueblo dominicano. Esta festividad religiosa, una de las más importantes del país, reúne a miles de fieles que acuden a la Basílica de Higüey, en la provincia La Altagracia, para rendir homenaje a la Virgen.
La imagen de la Virgen de la Altagracia, una pintura del siglo XVI, es venerada como símbolo de fe, unidad y esperanza.
La celebración tiene raíces profundas en la historia y cultura de la República Dominicana. Según la tradición, la Virgen de la Altagracia apareció en un sueño a una joven y le pidió que se construyera un lugar de culto en su honor. Desde entonces, su devoción ha crecido, convirtiéndose en una figura central de la espiritualidad dominicana.
Durante este día, se realizan misas, procesiones y actividades culturales que destacan la importancia de la Virgen en la vida de los fieles.
Uno de los aspectos más conmovedores de esta festividad es la peregrinación de los devotos hacia la Basílica. Muchos caminan largas distancias como muestra de agradecimiento por los milagros atribuidos a la Virgen o para pedir su intercesión en momentos de dificultad.
La celebración también incluye cantos, oraciones y actos de solidaridad, reflejando el profundo sentido de comunidad que caracteriza a este día.
El Día de la Virgen de la Altagracia no solo es una expresión de fe, sino también un recordatorio del vínculo entre la espiritualidad y la identidad cultural dominicana. Es un momento para reflexionar sobre la importancia de la unidad, la gratitud y la esperanza en la vida cotidiana. Esta festividad sigue siendo un testimonio del amor y la devoción que el pueblo dominicano siente hacia su madre espiritual.
