El presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, se presentó ante la Asamblea General de la ONU como el pacificador, el hombre que resuelve las guerras que la organización internacional es incapaz d determinar.
En el mensaje del Departamento de Estado se ve al mandatario republicano levantado el puño bajo la leyenda: “Presidente Trump, el presidente de la paz”. Y a renglón seguido: “El presidente Trump terminó siete guerras en solo siete meses”.
Se trata de un mensaje que repite desde hace meses. Queda pendiente, además, la resolución de dos de los conflictos más sangrientos de la actualidad: el de Gaza y el de Ucrania.
Estos son los siete enfrentamientos que Trump dice haber resuelto:
Camboya y Tailandia. Ambos países sellaron un alto el fuego “inmediato e incondicional” el pasado julio, tras cinco días de enfrentamientos que causaron 35 muertos y alrededor de 300.000 desplazados a ambos lados de sus respectivas fronteras. El acuerdo fue anunciado a la prensa por el primer ministro de Malasia, Anwar Ibrahim, en su calidad de líder del país que ostenta actualmente la presidencia rotatoria de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN). Fue él quien ejerció de anfitrión de las conversaciones entre su homólogo camboyano, Hun Manet, y el tailandés, Phumtham Wechayachai. La desescalada se selló con una imagen de los tres líderes dándose la mano tras el diálogo mantenido en la residencia oficial del primer ministro malasio, informa Guillermo Abril desde Pekín.
Serbia y Kosovo. Esta guerra comenzó en febrero de 1998 y terminó en junio de 1999. Quedaba mucho tiempo aún para que Trump inaugurase su primer mandato en la Casa Blanca (2017-2021).
En uno de esos picos que se registró en 2020, Trump consiguió que las partes se reunieran en Estados Unidos y firmasen un acuerdo de normalización económica. Pero sus posturas siguen siendo irreconciliables. Y en la actualidad hay alrededor de 4.000 soldados de la OTAN emplazados sobre el terreno.
República Democrática del Congo y Ruanda. Este conflicto sigue latente. Desde el pasado 10 de julio, apenas dos semanas después de la firma del acuerdo de paz entre la República Democrática del Congo (RDC) y Ruanda bajo los auspicios de EE UU, el grupo armado M23, apoyado por Ruanda, ha ejecutado de manera extrajudicial a unas 300 personas solo en la zona de Rutshuru, en Kivu del Norte.
India y Pakistán. En este conflicto Trump reclamó su protagonismo y Pakistán reconoció su papel. En mayo, tras una escalada bélica transfronteriza de cuatro días entre la India y Pakistán, las dos potencias nucleares alcanzaron un acuerdo para un “alto el fuego inmediato”. Para entonces, Trump se les había adelantado: horas antes, el magnate había anunciado en su red social Truth que se había pactado un alto fuego “total e inmediato” tras “una larga noche de conversaciones con la mediación de Estados Unidos”. E insistió en su relato en una comparecencia ante la prensa algo después: “Les dije: ‘Vamos, vamos a hacer mucho comercio con vosotros [India y Pakistán]. Detengámoslo. Detengámoslo. Si lo detenéis, comerciaremos. Si no lo detenéis, no comerciaremos”, informa Guillermo Abril.
Israel e Irán. Más que lograr una paz, lo que Trump hizo es involucrarse directamente, soltando sobre Irán la única arma (las bombas “rompebúnkeres” de 13.000 kilos) que le faltaba a la otra parte, su aliado Israel. En contradicción con su discurso aislacionista previo y su compromiso de afrontar el asunto por medio de negociaciones, Trump participó en los 12 días de guerra que Israel inició con Irán. La mayoría de analistas coinciden en que ―aunque Teherán es consciente de su debilidad respecto a EE UU e Israel ―, el conflicto no ha quedado resuelto. Solo aplazado, informa Antonio Pita desde Jerusalén.
Egipto y Etiopía. No hubo guerra. Y, por tanto, ningún acuerdo de paz. Se registraron, eso sí, tensiones a causa de la construcción de la llamada Gran Presa del Renacimiento Etíope, edificada sobre el Nilo Azul, informa Marc Español desde El Cairo.
Estados Unidos actuó como mediador en las estancadas conversaciones entre Etiopía, Egipto y Sudán sobre la gestión de la presa en 2019, y al año siguiente acogió tres rondas de negociaciones que tampoco lograron cristalizar en un acuerdo. Posteriormente, Washington asumió un papel secundario como observador en otra serie de encuentros impulsados por la Unión Africana, y desde finales de 2023 no se han registrado intentos significativos de retomar el diálogo. El pasado julio, el propio Trump afirmó que la gran presa seguía siendo “un gran problema” que estaban intentando resolver desde su Administración.
Armenia y Azerbaiyán. En este caso, los máximos representantes de los dos países enfrentados saludaron los esfuerzos de Trump para alcanzar un acuerdo y pidieron para él el Premio Nobel de la Paz, informa Andrés Mourenza desde Estambul. El pasado agosto, los líderes de Armenia, el primer ministro Nikol Pashinián, y de Azerbaiyán, el presidente Ilham Aliyev, firmaron en la Casa Blanca junto a Donald Trump una declaración de intenciones por la que se comprometían a firmar un acuerdo de paz para establecer relaciones diplomáticas y poner fin a más de tres décadas de conflicto entre ambos estados exsoviéticos.