Era una cálida tarde de marzo de 1954 cuando un pequeño revolucionario comercio abrió sus puertas en Santo Domingo, en la esquina de la avenida Bolívar y la calle Juan Isidro Jimenes. Este lugar, conocido como El Mercadito, no solo marcó un hito en la historia de la ciudad, sino que transformó para siempre la forma en que los dominicanos hacían sus compras. En una época en la que los colmados eran el centro de todas las compras.
El Mercadito introdujo un concepto completamente nuevo: el autoservicio
Los primeros días de la inauguración estuvieron llenos de curiosidad y emoción. Los clientes, asombrados, recorrían los pasillos del pequeño supermercado, seleccionando los productos por sí mismos, algo que hasta ese momento era impensable en la ciudad.
"En 'El Mercadito', la elegancia se servía por cuenta propia: 'Sírvase usted mismo', rezaba su lema, en sintonía con el refinado gusto del distinguido barrio de Gascue."
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El lugar, regentado por la Casa Velázquez, rápidamente ganó fama entre los vecinos y se convirtió en un referente de modernidad. La gente se sorprendía al ver cómo los estantes estaban ordenados y los productos perfectamente expuestos, desde cereales asimismo, como frutas frescas, pasando por todo tipo de carnes y productos enlatados. Lo que parecía resultar un simple cambio en el comercio, en realidad representaba un cambio profundo en la forma en que la gente veía las compras. Ya no era solo una cuestión de llenar la despensa; se trataba de una experiencia.
Unos años más tarde, en 1958, Wimpy’s abriría su propio supermercado, con las características que todos hoy reconocemos en estos negocios. Sin embargo, como muchos otros, Wimpy’s no sería el primero. El Mercadito había abierto el camino y dejado una marca imborrable en la historia del comercio en la ciudad.

Las historias sobre aquellos primeros días se contaban con nostalgia. “La gente ya no solo venía a comprar, sino a disfrutar de la experiencia de elegir “. Las crónicas de la época destacaban la innovación que supuso, convirtiéndolo en el referente para los futuros supermercados que surgirían por toda la ciudad, especialmente en áreas como Gascue, donde las familias de clase alta comenzaban a asentarse.
En los años siguientes, los supermercados se multiplicaron, adaptándose a las nuevas demandas de una ciudad que comenzaba a cambiar. La gente encontraba un pequeño mundo de comodidades: carritos de compras, aire acondicionado, y hasta cafeterías donde se podían disfrutar de refrescos y bocadillo.
El Mercadito, aunque pequeño en comparación con los supermercados de hoy, se mantuvo como el pionero. Asimismo, recordado como ese primer paso hacia una nueva forma de comprar. Y así, mientras la ciudad seguía creciendo, la huella de esa pequeña tienda seguía viva. Además recordando a todos que, a veces, los grandes cambios nacen de ideas sencillas pero valientes.
FUENTE: Banco Central