Por Francis Cuevas
El Partido de la Liberación Dominicana (PLD) enfrenta su mayor desafío desde su fundación: la posibilidad de desaparecer del panorama político nacional. Después de 16 años consecutivos en el poder (2004-2020), el partido ha pasado de ser la fuerza hegemónica del país a experimentar una drástica caída en el apoyo popular, logrando solo un 10.39% en las elecciones de 2024. Para evitar su extinción, el PLD necesita un nuevo liderazgo que recupere la confianza de los ciudadanos y se reconecte profundamente con los valores democráticos que alguna vez lo posicionaron como el principal partido político de la República Dominicana.
16 años de gobierno: Del auge a la caída
Entre 2004 y 2020, el PLD vivió su apogeo político. Bajo las figuras predominantes de Leonel Fernández y Danilo Medina, el partido consolidó su dominio, obteniendo un 61.74% de los votos en las elecciones presidenciales de 2016. Este liderazgo firme le permitió gobernar en un período de estabilidad económica y progreso social.
Sin embargo, detrás del éxito se gestaba una crisis interna. Las disputas entre Fernández y Medina crearon fisuras que con el tiempo se convirtieron en divisiones irreparables. La competencia por el control del partido y las ambiciones personales socavaron la cohesión del PLD, debilitando su capacidad para mantener la unidad necesaria para continuar liderando al país.
Divisiones y decisiones erróneas: El inicio de la derrota
El punto de inflexión llegó en 2020, con la elección del candidato presidencial. La mayoría del partido apoyó a Gonzalo Castillo, un candidato cercano a Danilo Medina, pero sin la formación política ni el liderazgo adecuados para asumir el rol. Los escándalos de corrupción asociados a la administración de Medina y la desconexión con los sectores más jóvenes y críticos de la sociedad pesaron en los resultados, reduciendo el apoyo electoral del PLD al 37.46%, una caída drástica en comparación con elecciones anteriores.
En 2024, la situación se agravó con Abel Martínez como candidato. A pesar de su experiencia como alcalde de Santiago, no logró consolidar una base de apoyo firme, ni dentro del partido ni a nivel nacional. El partido sufrió otro duro revés, desplomándose al 10.39% en las urnas, lo que pone en peligro su viabilidad política.
Crisis de credibilidad: La ruptura con la sociedad
La crisis del PLD no es solo electoral, sino también moral. Durante sus años en el poder, el partido fue vinculado a numerosos escándalos de corrupción que erosionaron la confianza pública. El PLD, que en sus inicios defendía la ética y el buen gobierno, se alejó de esos principios fundacionales, quedando atrapado en una maraña de intereses particulares y luchas internas. La división entre las facciones de Fernández y Medina no solo fracturó al partido, sino que también debilitó su credibilidad ante una sociedad que exige mayor transparencia y responsabilidad.
Francisco Domínguez Brito: Una esperanza para reconectar con la sociedad
En este contexto, Francisco Domínguez Brito emerge como una figura renovadora. Reconocido por su trayectoria ética y su compromiso con la justicia, Domínguez Brito representa la oportunidad de devolver al PLD los valores de honestidad y servicio público que alguna vez lo distinguieron. Su reputación como una figura honesta y su habilidad para dialogar con diversos sectores lo posicionan como el líder ideal para liderar una transformación auténtica dentro del partido.
Domínguez Brito entiende la desconfianza generalizada hacia el PLD, pero también sabe que solo un liderazgo transparente, audaz y comprometido con el bienestar del país puede superarla. Bajo su dirección, el partido podría recuperar la confianza perdida, demostrando que es posible hacer política de manera ética, justa y responsable.
Renovar o desaparecer: El futuro del PLD
El PLD se encuentra en una encrucijada histórica. Debe elegir entre una profunda renovación o la resignación a la irrelevancia política. La elección de un nuevo liderazgo que encarne los valores de honestidad, ética y visión de futuro es esencial para evitar su desaparición. Francisco Domínguez Brito, con su impecable trayectoria y su capacidad para inspirar confianza, representa esa oportunidad de renovación que el PLD tanto necesita.
El camino no será sencillo. Requiere de un partido dispuesto a corregir su rumbo, a reconocer sus errores y a reconectar con una sociedad que ya no confía en sus antiguos líderes. Sin embargo, si el PLD logra recuperar su credibilidad y renovar su visión bajo un liderazgo honesto como el de Domínguez Brito, aún puede tener un futuro en la política dominicana.
El tiempo apremia, y la decisión es clara: renovarse o desaparecer.