El verano, una de las cuatro estaciones climáticas, ha comenzado con su característico clima cálido, días largos y noches cortas. Esta temporada, ubicada entre la primavera y el otoño, es resultado de la inclinación del eje terrestre, lo que provoca que los rayos del sol incidan más directamente sobre ciertas regiones del planeta.
Con el aumento de las temperaturas, el verano se convierte en una época clave para la vida natural y la actividad humana. Las plantas alcanzan su máximo esplendor, con un notable crecimiento y producción de frutos, mientras que muchas especies animales incrementan su actividad biológica. Insectos, aves y mamíferos aprovechan el calor y la abundancia de alimento para reproducirse, migrar o almacenar recursos para el invierno.
Además, esta estación se asocia culturalmente con el descanso, las vacaciones y las celebraciones al aire libre. Es común que durante estos meses se registre un aumento considerable en el turismo, ya que las personas buscan relajarse en playas, montañas o destinos naturales.
Sin embargo, el verano no está exento de fenómenos extremos. Las altas temperaturas pueden dar lugar a tormentas intensas y lluvias eléctricas, especialmente en regiones tropicales y subtropicales, generando en ocasiones inundaciones en zonas urbanas y rurales.
Con el sol en su punto más alto, el verano invita a disfrutar del aire libre, la naturaleza y el tiempo libre, siendo una de las estaciones más esperadas por muchas personas alrededor del mundo.